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Palabras de la Lic. Jaia C. Rubin

Lic. Jaia C. Rubin

Pensar en los 40 años de la escuela es despertar recuerdos y sentimientos.

Los brotecitos que dieron vida a Nitzanim, nuestro jardín, crecieron y abrieron paso a la escuela primaria, y luego a la secundaria.

Nuestra escuela lleva el nombre de Martín Buber. Su filosofía, sus ideas humanistas y su rica y profunda identidad judía orientan nuestro trabajo.
Pasamos de diez docentes a doscientos; de una colorida “trepadora” a juegos especialmente diseñados para la estimulación de los más chiquitos; a la tiza y el pizarrón se sumó el uso de las nuevas tecnologías, los laboratorios y las bibliotecas informatizadas; de los festejos en un patio alrededor de “nuestro árbol” a mega-encuentros; de la computadora para el trabajo individual a la comunidad virtual; de la guitarra a las bandas musicales; del Iom Sport a la Maratón Martín Buber... De la antigua y hermosa casona de Palermo a los 3 edificios en los cuales se siguen formando cientos de alumnos; de 39 chicos corriendo por nuestro patio a 800 alumnos que inundan día a día nuestras aulas con risas, inquietudes, preguntas y sueños...

Como escuela pluralista, con firmes raíces en el país, nuestros alumnos desarrollan la identidad con la riqueza de los contenidos que se nutren en las fuentes judías.

Para descubrir la fortaleza de la escuela hay que abrir las puertas de las aulas, asomarse a ese particular espacio en el que el docente y el alumno afrontan el desafío de la educación y le dan sentido.

Es en el aula donde los niños y los jóvenes, guiados por los docentes, conquistan por sí mismos el saber, a través de investigaciones y experiencias y de un esfuerzo personal que les permite adquirir estrategias de estudio que les servirán para toda la vida.

Esta manera de trabajar les despierta a la vez nuevas inquietudes y curiosidades. Aprenden contenidos, aprenden a aprender, a pensar, a razonar. Esto incluye construir la capacidad de interrogación y el pensamiento crítico. Tienen profundas vivencias que los ligan afectivamente a nuestra cultura. Aprenden a quererse, a reconocerse. De la mano de los docentes, nuestros niños, nuestros hijos, construyen su identidad.

Para poder llevar a cabo las múltiples actividades que desplegamos, es necesario también disponer de recursos e infraestructura tales como los laboratorios de ciencias, de informática y de idiomas, las bibliotecas, los ámbitos físicos adecuadamente equipados y actualizados, la sala de grabación, los escenarios, los talleres, los gimnasios.

Sucesivas comisiones directivas dieron su apoyo incondicional , su estímulo y también su entusiasmo en las respuestas a todos los requerimientos de la escuela. Su respeto a la tarea docente dio alas a nuestro crecimiento.

Diciembre de 2001. Nace la Fundación Martín Buber.

Im ein aní li, mí lí?
Uksheaní leatzmí, má aní?
Ve im lo ajshav, eimatai?
Si yo no me ocupo de mí, ¿quién lo hará?
Y si me ocupo sólo de mí ¿qué soy?
Y si no es ahora ¿cuándo?

En el momento más difícil que atravesó nuestro país, siguiendo las enseñanzas de Hilel, el maestro, la responsabilidad por nuestro propio destino y por nuestro futuro impulsó a crear la Fundación Martín Buber, inspirada por el Dr. Asher Kurzrok y liderada hoy por el Dr. Héctor Szulik, quien trabajó fuertemente para rescatar valores éticos y construir este tiempo, que es tiempo de solidaridad, tiempo de responsabilidad individual y colectiva.

La presencia de todos hoy es la constatación más fuerte de compromiso de continuidad, reaseguro y defensa de la calidad de la escuela y un modelo de la forma de resolver los problemas que la realidad impone a nuestra institución.

Compartimos hoy esta cena varias generaciones. Varios eslabones de la cadena que comenzó a forjarse hace cuarenta años , de la que formamos parte y que seguirá......

Lic. Jaia C. Rubin

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Arq. Eduardo Brukman

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